Contexto Clínico :Paciente emancipada y casada de España , edad 27 años, que acompañaba normalmente a su madre y al contrario en las consultas del pueblo. Como antecedentes personales de la paciente destacar: ansiedad generalizada y urticaria en estudios. Anteriormente había expresado su deseo de descendencia en alguna consulta.
Motivo de consulta y anamnesis : acudió una semana antes de los hechos para solicitar test de embarazo y se retiraron los antihistamínicos. La segunda semana, acudió la madre solicitando el test de embarazo de su hija, pues “la había mandado a recogerlo”.
No lo pensé y se lo entregué a la madre .
A los diez minutos apareció la hija airada a pedir explicaciones de porque le había dado un test a la madre.
Tuve que pedir perdón por la falta de confidencialidad.
En segundo lugar y tras este hecho, extrañada por la actitud de la hija, realice una evaluación de relación madre e hija, que debían según mi opinión tener problemas…. y aumentaron estos por este hecho relatado. La hija considero que la madre no respetaba su intimidad al solicitarme la analítica Se aplico una terapia familiar breve después de la disculpa que se acepto con agrado por ambas. Ambas fueron pacientes mías hasta que cambie de cupo.
Comentario : el encuentro médico-paciente es un especial encuentro transcultural , entre la cultura del técnico y la del lego, cada vez mejor informado y más exigente, en el que intervienen factores de personalidad de uno y otro interlocutor, y otros factores culturales relacionados con clase social, emigración o sexo. La confianza de los pacientes en el médico y su capacidad “técnica” está condicionada en buena parte por el grado de apoyo emocional que han recibido de él.
En este caso mi creencia personal en las relaciones de familia proyectada en la familia del paciente (Es su madre, para mi la figura más importante y de más confianza es mi madre) , fueron fundamentales a la hora de cometer el error.
Pero debía haber tenido en cuenta.” Que los datos médicos sanitarios pertenecen a la esfera íntima de la persona, los cuales por su valor confidencial no pueden ser cedidos o comunicados a terceros sin el consentimiento expreso de su titular o, en su defecto, sin que lo autorice una disposición legal.” Y esto es así ( imperativo categórico).
Cuando ocurre un error como en este caso, la mayoría de los profesionales muestran mucha resistencia a revelarlo habitualmente por no saber cómo hacerlo, por creer que es un signo de debilidad o por temor a las consecuencias o a demandas. Pero debemos tener honestidad y anteponer los intereses del paciente a los nuestros
como profesionales.
No reconocer el error es mucho más grave que el error en sí mismo.
Cómo informar al paciente una vez que se ha producido el error
Una vez producido el error se debe informar al paciente de la siguiente manera:
– Debe hacerlo el mismo profesional que lo ha cometido.
– Directa e inmediatamente.
– Manteniendo la calma.
– Con palabras claras. Me disculpe y le dije que creía que había mandado a su madre, pero tenia derecho a protestar porque era una información confidencial.
– Ha de explicar las distintas alternativas para subsanar el error. No volvería a ocurrir .
– Tiene que pedir disculpas y ofrecer ayuda.
– Debe expresar que el error se evitará en un futuro.
Pero también analice las causas de mi extrañeza y busque remedio.
El segundo caso:
Contexto clínico: paciente emigrante de 32 años. Ocho años después del primer caso y tras tener una mañana de mucha demanda, acudió a la última hora.
Motivo de consulta y anamnesis: acudió la paciente con una hoja de especializada para solicitud de analítica. Nunca había tenido contacto con la paciente. Mire la hoja y vi una solicitud de pruebas completas de esterilidad,( pensé “me quedan muchos y ahora 15 minutos solicitando análisis”) y es privado.
Podríamos decir que en ese momento” La paciente no existía, era un mero tramite administrativo “.
Se abrió la puerta y apareció la residente ( “ la salvación”) y sin cerrarla, le indique que le solicitara analítica de esterilidad que tenia que llevar al hospital esta paciente. Toda la explicación con la puerta abierta.
La paciente expresó su enfado a la residente en la consulta, pues no se había respetado su intimidad .
Al contármelo la residente, apunte inmediatamente el nombre y el de su marido para disculparme en próxima visita .Como así hice.
Comentario : nuestras acciones repercuten en nosotros, en los pacientes y también en los compañeros.
Como lo expresa la residente en incidente critico:
Breve descripción del INCIDENTE CRÍTICO (CONTEXTO Y RELATO)
Mujer tratada en centro privado (Alicante) por problemas de esterilidad. Acude a consulta a solicitar analítica que le requiere dicho centro para su marido. La tutora pide a la residente que realice la solicitud de analítica mencionando el problema de esterilidad en la puerta de la consulta habiendo otros pacientes presentes en la sala .La paciente se queja a la residente porque se ha vulnerado su derecho a la intimidad.
ACTITUD/CARACTERÍSTICAS DE COMUNICACIÓN DEL ENTREVISTADOR
SI NO NO PROCEDE
1. ¿Ha saludado al paciente? | x | ||
2. ¿En algún momento el profesional ha llamado al paciente por su nombre? | x | ||
3. ¿Ha sonreído el profesional en algún momento de la entrevista? | x | ||
4. ¿Ha expresado verbalmente conocer los sentimientos, preocupaciones, miedos, o percepción de salud del paciente? | x | ||
5. ¿Ha expresado de forma no verbal conocer los sentimientos, preocupaciones, miedos, o percepción de salud del paciente? | x | ||
6. ¿Deja hablar al paciente sin interrumpirle en ningún momento? | x | ||
7. ¿Se expresa el profesional de forma segura? | x | ||
8. Mientras informa, el profesional ¿Mira a la cara al paciente? | x | ||
9. ¿Se tiene en cuenta en todo momento la opinión del paciente? | x | ||
10. ¿Permite que el paciente realice preguntas o aclaraciones? | x |
|
Enseñanzas: Reflexión sobre la importancia de la intimidad de la información y el secreto profesional .Nuestras actitudes ante situaciones como estas en el futuro. Aun estando en medio del mayor estrés, no olvidar la cortesía, la templanza, la prudencia y discreción al hablar o al dirigirnos a otro compañero en forma pública, sabiendo que cualquier dato referente a el estado de salud de un paciente es de carácter estrictamente confidencial.
Acudió dos semanas después, y tras disculparme, le pregunte si su enfado hubiera sido el mismo si le hubiera dicho a la residente que le hiciera la analítica del colesterol, a lo que contesto que no. Realice el señalamiento para mostrarle, que mis connotaciones en ese aspecto eran distintas a las suyas, no había intención de menosprecio. Le explique que para mi la esterilidad no tenia ninguna connotación de menoscabo, de relacionada con falta de hombría o minusvalía, sino que era un desorden más orgánico pero que no era escusa para mi falta de confidencialidad, que debo respetar ante cualquier patología, pero mi intención no fue avergonzarla . Los pacientes siguen en mi cupo.
Comentario: Varios estudios corroboran que, reconociendo los errores y pidiendo disculpas, se crea una empatía con el paciente que consigue evitar, en la mayoría de los casos, una demanda contra el profesional. Existen varios instrumentos validados y valiosos para llevar a cabo este enfoque reactivo para la gestión del riesgo y de los efectos adversos.
Las bases morales que sustentan el deber de confidencialidad del médico y, de manera compartida o derivada, de otros colaboradores implicados en los cuidados de la salud, se han apoyado tradicionalmente en tres argumentaciones: el respeto a la autonomía personal, la existencia de un pacto implícito en la relación clínica y la confianza social en la reserva de la profesión médica.
El secreto es un deber inherente a la relación entre el profesional de la salud y el usuario. Se fundamenta en sólidos argumentos éticos y está recogido en todos los códigos deontológicos de las profesiones sanitarias, constituyendo su incumplimiento un delito tipificado y duramente castigado por la ley que reafirma el derecho de las personas a la intimidad y a la confidencialidad, si bien, no constituye una obligación absoluta, pudiendo revelarse información confidencial cuando existan razones fundadas para ello.
Por otra parte, se producen con cierta frecuencia situaciones conflictivas derivadas del desconocimiento del objeto y la extensión del deber de secreto y del olvido frecuente de dicha obligación. Como ha ocurrido en este caso , primero por olvido del deber y en segundo lugar por creencias mías, asociar determinadas patologías con el deber de secreto profesional ( ITS, SIDA o patología grave terminal ( para que no se comente, el estado del paciente, con personas ajenas)). Esto de asociar patología de contagio venéreo o grave con confidencialidad ,es una creencia que inducen a error .
La Ley General de Sanidad, en este aspecto, mantiene el máximo respeto a la dignidad de la persona, estableciendo en su Art. 2.1 que “el respeto a la autonomía de su voluntad y a su intimidad orientarán toda la actividad encaminada a obtener, utilizar, archivar, custodiar y transmitir la información y la documentación clínica”.
Complementariamente, atribuye a “los pacientes o usuarios el deber de facilitar los datos sobre su estado físico o sobre su salud de manera leal y verdadera, así como el de colaborar en su obtención”.
La intimidad desde el punto de vista documental queda reforzada al disponer, por un lado, el derecho de toda persona a que nadie pueda acceder a los datos referentes a su salud sin previa autorización amparada por la Ley (Art. 7.1) y, por otro lado, el deber de secreto al que queda sujeto el personal que accede a los datos de la historia clínica en el ejercicio de sus funciones (Art. 16.6).
Como derecho fundamental que es, la transgresión del derecho a la intimidad recibe el contundente reproche no sólo disciplinario sino también administrativo, civil y penal.
Evidentemente, el deber de confidencialidad no es exclusivo de los médicos y enfermeras, sino que obliga a todos los profesionales y trabajadores del ámbito sanitario que estén implicados en el proceso asistencial o desarrollen tareas de carácter administrativo. De acuerdo con lo manifestado, la ley básica establece que toda persona que elabore o tenga acceso a la información y la documentación clínica está obligada a guardar la reserva debida
La colisión de deberes que se produce entre el respeto a la intimidad de las personas y la revelación impuesta por la ley (denuncia o declaración sobre actos presuntamente delictivos) esta regulado.«No podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho, sino en tanto en cuanto esta injerencia esté prevista por ley y constituya una medida que, en una sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención
del delito, la protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y las libertades de los demás»
La paciente tenía derecho :
• El derecho a la confidencialidad (Art. 10.3), respecto de toda la información relativa a su proceso y de su estancia en instituciones sanitarias. Porque
1) Que los datos médicos sanitarios pertenecen a la esfera íntima de la personalidad, los cuales por su valor confidencial no pueden ser cedidos o comunicados a terceros sin el consentimiento expreso de su titular o, en su defecto, sin que lo autorice una disposición legal.
2) Que, como regla general, el acceso a los aspectos confidenciales del paciente debe limitarse a los profesionales que participan en su atención sanitaria.
3) Ahora bien, los profesionales de la sanidad están obligados a denunciar los
hechos delictivos de que tengan conocimiento en el ejercicio de su profesión, debiendo también comparecer y declarar como testigos si fueran requeridos por la autoridad judicial.
4) Que el Ministerio Fiscal y la Policía Judicial están facultados para reclamar de los profesionales de la medicina los datos y documentos que consideren relevantes para la instrucción penal
Debemos ser honestos con los pacientes. Uno de los problemas que señala Leistokow para mejorar la cultura de seguridad es la baja visibilidad del riesgo. Necesitamos formación para hacer visible el problema; es imprescindible que todos los implicados asuman la magnitud de estos riesgos y se enfrenten a ellos creando cultura de seguridad, de notificación y de análisis e implantación de barreras frente al error. Pero sin perder de vista a la segunda victima que somos nosotros mismos.
.
Bibliografía :http://www.semfyc.es/pfw_files/cma/Agenda/Sesiones_clinicas/Documentos/Cuaderno_asistente_seguridad.pdf