Ya se sabe, algunos nacemos precipitados a la muerte . Y como sigue ocurriendo en muchas ocasiones de mi vida, mi entrada en el mundo fue particular ,agobiada ,como una escultura del Manierismo intentaba hacerme un espacio hacia algo desconocido….Para ayudarme en este tránsito, ahí estaba ,sin más, esperándome el forense de Orihuela , un tipo enjuto y calvo, que era el prototipo de un dios egipcio, tanto en el porte quijotesco, como en su estar altivo. Siempre me produjo un gran respeto, aunque en esta ocasión, su figura quedaba deslustrada por su postura algo incómoda. Sentado en el taburete pequeño de tres patas de la cocina de las ochenta viviendas, a los pies del catre sobre el que yacía mi madre, intentaba bregar con mí cabeza . Por suerte, además de forense, había sido médico de pueblo 20 años y gracias a la pericia de su oficio forjado de casa en casa, supo girar la doble vuelta del cordón umbilical que me yugulaba la respiración .(Hoy los médicos de familia somos la sombra de esos médicos de cabecera que tratamos de imitar más con la lengua que con los brazos..)
Desde entonces supe que vivir no iba a resultar fácil, que no podría zafarme del todo de esa agonía física , pero sobre todo filosófica el resto de mi pobre existencia, por lo que huir del dolor se convirtió en mi objetivo primordial.
Comprendí que debía elevar al altar de mi día a día : el instante, el acto minúsculo que se complace en sí mismo, no por la lujuria de la prisa, sino para evitar que algo me calara hondo y que hiciera mella en un corazón demasiado sensible.
El autismo en la infancia y mi supuesta fobia social en la madurez, han servido de corteza impermeable pero también , me han dado algún fruto amargo.
Hoy sigo más viva y difícil de liquidar, el paso de los años produce a mi pesar, un miocardio dilatado difícil de ocultar y demasiadas goteras. Cada vez cuesta más mantener esa educación victoriana.
Además cada verano: el amanecer sobre el piélago azul, el desayuno en el porche , la playa, las conversaciones fáticas, las novelas policíacas , mi bicicleta que será mi muerte , pero sobre todo la cercanía con los míos y la simbiosis con mi mar , arrastran mis peores pesadilla. Y junto con la implacable metamorfosis a las que nos somete los avatares de la vida, hacen de esos instantes de prisa, un tiempo de profunda eternidad.
Os deseo buenas vacaciones.
C. Guillén
La verdadera generosidad consiste en abrir de par en par nuestros arcanos sentimientos. Luísfer