Resiliencia, la prisa II

Muere lentamente quien no viaja,/ quien no lee,/ quien no oye música,/ quien no encuentra gracia en sí mismo./ Muere lentamente/ quien destruye su amor propio,/ quien no se deja ayudar…” dice algún poeta….

Desde el primer instante de mi existencia el mundo me puso trabas. Tal vez intuía mi condición de inmigrante hacía una realidad no deseada, o simplemente sospechó que ese ajuste a la cadena de fabricación en masa iba a ser para mí, como mínimo, defectuoso.

El caso es que aunque se tomó muy en serio mi exterminio, dió con grafeno. Por lo que después de sobrevivir al ahorcamiento, solventado por el forense partero en las ochenta viviendas, y a una bronquiolitis severa que destrozó las rodillas de mi madre tras una noche de rezos, algunas de mis neuronas debieron despertar de la apnea transformadas.

Su metamorfosis, lejos de producir en mi organismo placeres más prolongados que hubiera sido lo ideal, ha supuesto la adquisición de un comportamiento hippy, ampliando sus límites de función de forma imprevista.

Desde entonces, estas células, aprovechan la mínima distracción para fugarse al oasis de la ilusión más pura. Y creo que sus fronteras de pensamiento quedaron totalmente diluidas haciendo suyas las ideas de Coleridge”

“El poder totalizante que une

claridad con profundidad,

la plenitud del sentido

con la comprehensividad del entendimiento

, es la imaginación.”

Como consecuencia mi relación con las dimensiones de espacio tiempo ha quedado lacerada y mi inclusión en la vida se restringe a las horas necesarias para mantener el físico, la cordura y el monedero .

Mí día a día es una serie de sucesos sobre los que no tengo el mínimo dominio, aunque paradojas del destino su resolución dependa de mi dedicación y esfuerzo. Mientras que mi cabeza está presa de la realidad , estas neuronas en breve estado hibernación esperan a convertirme en heroina, pirata, deportista de élite, o en detective perspicaz.
Aleksandr Solzhenitsyn en discurso dijo : «Cada persona se convierte en el personaje principal cada vez que la acción le concierne. No se trata sólo de una técnica, es un credo. La narración se centra en el único elemento humano en existencia, el individuo humano, con igualdad de condiciones entre iguales, un destino entre millones y un millón de destinos en uno. Esta es la totalidad del humanismo, en resumidas cuentas, pues el núcleo es la libertad y el amor del género humano».

Dicen que los poemas son la imagen del ama de su autor, yo escribí hace diez años este :

Soy tesela de cristal

virgen ávida de mayo

alma niña zahareña

de irregulares trazos.

Extrasistole ventricular

en rítmicos latidos

Meretriz de ese espacio

que tú dibujas con otras manos

y como flor fugaz

como reflejo

como latido sin vida

voy caminando..

Con respecto al tiempo la discronia patológica implica cuarenta años de adelanto. Llegué demasiado pronto a la vida y a asumir todos los cachivaches nuevos de mi trabajo y este hecho no ha mejorado con el transcurso de mi historia.

Mi entrada en en entorno hostil fue llorando y arrastrada por mi pobre madre que era increpada por las vecinas :”señora deje a la niña tranquila no, ve que es un martirio, no le gusta ir a clase”. Tarde seis meses y algunos bocados, en darme cuenta de que esa lucha estaba perdida .

La causa del rechazo al colegio se debe a dos motivos fundamentales : un autismo leve no diagnósticado que debe ser también de la falta de aire, y el segundo una inteligencia emocional particular que me decía :a partir de este momento adiós a la diversión de 14 horas al día. Mi paraíso de fantasía se veía restringido y mis células cerebrales se rebelaban.

Otra consecuencia de esa hipertrofia díscola fue aliarme “con sexo más fuerte” . Yo jugaba al football, a la ajedrez, montaba e bicicleta y pescaba los 7 años. No perdí los dientes ni me lesione ningún hueso de niña, cuando mi mente y mi cuerpo eran uno y conducía mi bici sin manos por la calle de las rocas o me tiraba por las cuestas. Ahora en la madurez la pérdida de agilidad se ha cobrado tres dientes y una operación de hombro que me alerta del cambio de tiempo.

Asumir en algunas acciones el rol del sexo opuesto me salió caro y lejos de darme palmadas se me veía como una niña rara, para algunos otros vocablos más soeces porque no encajaba en los esquemas estipulados de la época. El primer chico del que me enanoré a los 15 años me apreciaba mucho como un buen amigo. Precisamente algo que por entonces no me interesaba de él.

Se perfectamente lo que es sentirse incomprendida en un mundo de moldes, la resiliencia es un término que crearon para gente como yo.

Por eso precisamente cuando alguien me dice usted no puede hacer esta prueba, o me encuentro con gente que anula la fuerza, la creatividad y libertad de los demás, es decir cuando en el día a día me tropiezo con burdos aprendices de villano, mis pequeñas células grises despiertan y sacan la heroína escondida que llevo dentro.

Decía J. Ortega y Gasse en las ‘Meditaciones del Quijote’ : Existen hombres decididos a no contentarse con la realidad. Aspiran los tales que las cosas lleven un curso distinto: se niegan a repetir los gestos que la costumbre, la tradición, y en resumen, los instintos biológicos les fuerzan a hacer. Estos hombres llamamos héroes. Porque
ser héroe consiste en ser uno, uno mismo. Si nos resistimos a que la
herencia, a que lo circunstante nos impongan unas acciones determinadas, es que buscamos asentar en nosotros, y sólo en nosotros, el origen de nuestros actos. Cuando el héroe quiere, no son los antepasados en él o los usos del presente quienes quieren, sino él mismo. Y este querer ser él mismo es la heroicidad. No creo que exista especie de originalidad más profunda que esta originalidad ‘práctica’, activa del héroe. Su vida es una perpetua resistencia a lo habitual y consueto. Cada movimiento que hace ha necesitado primero vencer a la costumbre e inventar una nueva manera de gesto. Una vida así es un perenne dolor, un constante
desgarrarse de aquella parte de sí mismo rendida al hábito, prisionera
de la materia’.
John Stuart Mill escribió :«La naturaleza humana no es una máquina que se construye según un modelo y dispuesta a hacer exactamente el trabajo que se prescrito, sino un árbol que necesita crecer y desarrollarse por todos lados, según las tendencias de sus fuerzas interiores, que hacen de él una cosa viva».

Pero por estas y otras razónes que se escapan a mí ententedimiento, la que de verdad emerge es una antihéroina a lo “Corto Maltés”, que además de buscar la justificación racional de los comportamiento erróneos de otros y los suyos propios , siempre tiene en cuenta que: “Reírse de sí mismo… al menos es signo de que tienes cierta posibilidad de acabar siendo algo más”

Charles Bukowski – Nocturnas calles de locura

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