Sé que después de la primera mirada
no hay otra igual, tengo mis años,
pero al descubrir el devenir
de éste y de otros espacios preciosos,
me lleno de luz y de riqueza.
Los días son largos y claros
y su nitidez desnuda de ruido,
de dolor ajeno y de gris asfato
mi corazón de pez cebra.
La plenitud de colores
borran los últimos tintes
de tristeza y oscuridad.
Los pulmones se abren
a un viento antiguo de bosques
y un olor a tierra y a tomillo inunda
mis entrañas más reconditas.
Un abanico ancestral
de incontables tonos verdes
impregna mis pupilas opacas.
Hay una brisa limpia y pura
que arrastra las escamas
de mi dura piel de salamandra.
Los rayos de sol se cuelan
entre los castaños, robles y encinas
dibujando en la carretera figuras
informes que el recuerdo caprichoso
y la imaginación se encargan de modelar.
Montada en mi cabalgadura metálica
paseando más que galopando
contemplo éste majestuoso
cañón nuestro y su río caudaloso
con midriasis casi patológica,
me gustaría que hubierais estado allí
respirando naturaleza y compartiendo esas sensaciones puras.
Ahora que estamos llenos de tristeza por las inundaciones de nuestra comarca, quiero hacer un pequeño paréntesis y compartir unos instantes de belleza, sobre todo con las personas que se han visto afectadas por la riada . Espero que con ayuda de todos esos héroes cotidianos a los cuales admiro, vuelvan pronto a la normalidad. Un beso Ainoa.