Las rosas amarillas

Quizás porque la rutina

y el ruido mediático

devoran mi alma niña

hoy el aire huele a hierba

a salitre y tierra húmeda.

Atrás quedan las sombras

de las rígidas paredes

los tonos pastel, la música

los ecos de los aplausos

y el negro de la desdicha.

Esta mañana la primavera

llena mis pupilas ebrias

de un mosaico de verdes

dorados y púrpuras.

Sobre los raíles del tiempo

en mi cabalgadura metálica

con la serenidad y la sabiduría

como única mochila,

contemplo como se erigen

sobre el arcoiris de mayo

unas rosas amarillas.

Un color áureo que reaviva

en la memoria gualda

los matices olvidados

de la libertad perdida

Porque lo que yo recuerdo

no es esa libertad caduca

que se pierde entre las masas

y se doblega con las espinas.

La libertad que yo siento

ni se me otorga, ni se quita.

C. Guillén